PACIFIC RIM, de Guillermo del Toro. Disfrutablemente chorra

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Monstruos gigantes contra robots gigantes. Y ya está. Buscar algo más aparte de eso sería un tremendo error. Vosotros mismos, a través de Twitter, me lo dejasteis muy claro. Así pues, mis pretensiones no eran otras que ver efectos visuales de primera calidad y hostias como panes. Eso era lo que buscaba en la saga Transformers, y confieso que tenía miedo de que Del Toro cayese en los mismos errores que Bay. Afortunadamente, no ha sido así.

El director de El Laberinto del Fauno va a lo que va (ya desde el prólogo, donde nos resumen en dos minutos todo el trasfondo), consciente en todo momento de las limitaciones del relato y explotando al máximo su potencial de entretenimiento. Aquí, a diferencia de en las cintas de Bay, no encontramos escenas que quieren ser dramáticas y dan más risa que otra cosa o personajes en los que se intenta profundizar alargando la película en exceso y nos distraen de lo importante, la razón por la que hemos pagado la entrada y lo único que buscamos en este tipo de premisas, tan simples y absurdas: Ver  a cosas grandes partirse la cara.

En ese aspecto, Del Toro aprueba con nota. Las escenas de acción son todo lo largas, brutas y espectaculares que uno espera, con poses a lo Power Rangers, cámara lenta cuando hace falta y puñetazos que Hulk envidiaría. Y, alabados sean los dioses, todo eso se ve y se disfruta. Bien es cierto que en ocasiones la cámara está demasiado cerca, pero en general la dirección del mexicano le pega un buen repaso a esos que creen que cuanto más muevan la cámara y más cortes metan por minuto, más emocionante será la acción.

Eso sí, comparado con la BRUTAL batalla de Hong Kong (lo mejor de la película claramente, con no pocos momentazos), el clímax se queda un tanto escaso.

Ahora bien, por mucho que la gran baza del film sean las peleas, un mínimo de historia y caracterización de personajes hay que meter. Lástima que al director esto se la sude por completo.

Ojo, sí dedica minutos de sobra para perfilar a los personajes, pero como no es eso lo que le interesa, recurre a todos los tópicos del mundo, de forma consciente y plenamente intencionada, creo yo, buscando un tono de dibujos animados que la película pide a gritos. Los diálogos y la historia tampoco se libran, pues todo nos suena a algo ya visto en mil sitios. ¿Es eso malo? Pues sí y no. Está claro que hace que la peli no pase un guilty pleasure de manual, una chorrada desenfadada para desconectar y gozar con la acción, pero qué demonios… ¿No es eso lo que buscábamos? ¿No es eso lo que quería darnos su director? Como diría el protagonista de Gladiator«¿Os habéis divertido? ¿No habéis venido a eso?«. Para resumir este tema, basta con decir que no recuerdo como se llama el soso del protagonista o el mil veces visto personaje de un Idris Elba que supone lo mejor del reparto, pero sí recuerdo, y tardaré en olvidarlo, que el Jaeger principal se llama GIPSY DANGER. No hace falta decir más.

A nivel visual la cinta es absolutamente intachable, como era de esperar. Los efectos son de Oscar, y el diseño de los Kaijus y los Jaegers es fabuloso, pues tanto robots como monstruos son distinguibles unos de otros.

La banda sonora resulta pegadiza y lo bastante potente como para resaltar los mejores momentos.

Y no hay mucho más que decir. ¿Puede una película con personajes y diálogos tan planos y tópicos ser buena? Vale, seguramente no. Pero jamás me oiréis decir que es mala.

Monstruos gigantes contra robots gigantes, amigos, eso quería. Y eso me ha dado Guillermo del Toro.

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